El punto G
… y más allá.
Dicen y no paran de hablar de ello que el punto G es la zona erógena donde las mujeres sienten el clímax orgásmico más intenso de todos los posibles, allí donde el placer alcanza su máxima cota.
Lo cierto es que alrededor del punto G hay muchos mitos y leyendas. Y poca evidencia científica al respecto. Unas mujeres aseguran que el punto G es el no va más del placer femenino y otras que no es para tanto o que incluso ese punto tan resbaladizo y misterioso es pura quimera o mera ilusión.
Por tanto, cabría comentar que el punto G es una sensación o percepción totalmente subjetiva. Por el momento, dejémoslo ahí.
Lo que también podemos señalar es que el punto G no agota la expresión sana del placer y de la sexualidad femenina. Todo el cuerpo de las mujeres es zona erógena y es susceptible de ser estimulado para llegar a sentir eso que llamamos placer.
En esta web partimos del punto G, pero vamos más allá. No queremos convertir el punto G en una obsesión o límite infranqueable. El placer se dice de miles de maneras. Cada mujer y cada hombre es un libro con las páginas en blanco para explorar con los cinco sentidos y desarrollar caminos propios y singulares a placeres (en plural) desconocidos y únicos.
La sexualidad es una exploración libre de nuestro propio cuerpo. A pesar de que hay mucho escrito sobre un tema tan vital para el ser humano, nada hay escrito de forma definitiva. El verdadero placer es el placer de descubrir los placeres ocultos en nuestra mente y en cada milímetro de nuestra piel.
No partamos de ideas preconcebidas. En la íntima soledad o acompañadas, cada persona es un mundo y hay tantos mundos como personas.
El placer es un multiverso que no admite definiciones absolutas. Ni caminos trillados. Ni lecciones magistrales de nadie. Explora tu cuerpo. Quiérete. No dejes de quererte nunca. Aquellas personas que bien se quieren son capaces de amar mejor al prójimo, ella, él o identidades no binarias.
El límite del placer está en el daño físico o psicológico que te puedes causar a ti mismo/a o a terceras personas con las que juegues al placer de dar y recibir placer, siempre y cuando haya consentimiento mutuo para ello.
Sin consentimiento expreso y recíproco, cualquier acceso a cuerpos ajenos es ilegítimo. Incluso ilegal.
Hablamos de personas adultas. Hablamos de personas responsables y empáticas. Hablamos en un plano de total igualdad entre hombres y mujeres.
El maravilloso punto G
El punto G femenino fue intuido en los años 40 del pasado siglo XX por el ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg.
Pero quien lo palpó, estimuló en sí misma y le dio nombre fue la sexóloga estadounidense Beverly Whipple en los años 80.
La ciencia no se pone de acuerdo con el punto G. No hay pruebas concluyentes acerca de su existencia real.
¿Existe el punto G?
Supongamos que existe como tal.
Al parecer está situado en la vagina, a pocos centímetros de la vulva y la uretra. Si introduces tus dedos en el conducto vaginal y los doblas por la primera falange hacia arriba, eso que tocas es el punto G. Su situación gráfica, si pensamos la vagina con la imagen de un reloj, son las 12 en punto. Más o menos.
No obstante, solo la mitad de las mujeres están seguras de tener o haber localizado su punto G.
Aquellas mujeres que creen o están convencidas de su existencia cuentan que es un área donde crece su excitación sexual y el lugar exacto donde los orgasmos son más intensos. El punto G también se relaciona directamente con la eyaculación femenina, otro asunto de enorme controversia científica.
¿Como es?
Dicen que es una zona de textura rugosa. Algunas personas aseguran que forma parte de los alrededores del clítoris y otras que es un tejido totalmente independiente.
Lo que no ofrece dudas es que el punto G habita en la vagina.
A pesar de la importancia del punto G, distintas encuestas ponen de manifiesto que solo dos de cada 10 mujeres tienen orgasmos vaginales.
Los estudios demoscópicos también indican o dan pistas más o menos fiables de que únicamente el 60 por ciento de las mujeres sienten orgasmos, ya sea por estimulación vaginal o del clítoris. En los hombres ese porcentaje sube hasta el 80 por ciento.
Según las personas expertas en sexología, las posturas que mejor facilitan la estimulación del punto G son:
- El exprimidor: ella encima de él dándole la espalda
- La trasera profunda: el hombre encima de la mujer (ella de espaldas)
- El misionero profundo: el hombre sobre ella, colocando la mujer sus piernas sobre los hombros de él
- Estilo perrito: el hombre penetrando por detrás a la mujer (ella en cuclillas)
- Cabalgando: la mujer encima del hombre
Es obvio y evidente que una mujer sola, con ayuda de vibradores o con los dedos, puede alcanzar el éxtasis estimulando su punto G sin mediación de amantes.
El Punto P: el punto G masculino
Cuentan que es el no va más del orgasmo masculino. Que allí los orgasmos son más intensos y largos, y la eyaculación más abundante. Para acceder a él el camino más asequible es introducir los dedos por el ano tomando la dirección de las paredes abdominales. Esa bola blanda que te encuentras es el punto P.
El coito anal y los vibradores (con lubricantes apropiados) son las maneras habituales o más cómodas de estimular con éxito esa zona tan placentera de los hombres compuesta principalmente de ligamentos y músculos.
Otra vía de estimulación eficaz es el área del perineo, que presenta forma de rombo y está localizada entre los órganos sexuales externos y el ano. También se denomina suelo pélvico.
Sobre el punto P existe menos incertidumbre que sobre el punto G femenino, no obstante muchos hombres tampoco alcanzan orgasmos provocando estímulos en su próstata.
Los caminos hacia el placer son inescrutables.
El Punto G
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