Zonas Erógenas
Resumen del contenido
Zonas erógenas: lugares especiales de alta sensibilidad
En realidad, toda la piel es una sola zona erógena.
Las zonas erógenas son áreas especiales del cuerpo de mayor sensibilidad al estímulo y la excitación sexual.
Las zonas erógenas se estimulan de mil maneras: con la lengua, con la mano o con los pies, mediante roces suaves de cuerpo contra cuerpo, con besos huidizos y con besos profundos, a través de caricias y mordiscos, pellizcando con intención, dando o recibiendo masajes…
Factores erógenos
Y las palabras. Palabras susurradas. Palabras fuertes. Palabras de amor. Palabras entrecortadas por los jadeos. Palabras que van y vienen. Palabras que penetrean hasta lo más hondo y más allá de la eternidad del instante.
Además de los tocamientos, besos y caricias, las zonas erógenas se estimulan desde los cinco sentidos:
Hay que mirar con la imaginación
Palpar con deslizamientos tiernos y sutiles
Oír con los ojos cerrados
Saborear a placer todas las texturas y fluidos
Oler con la osadía de atrapar para sí toda la esencia misteriosa del momento presente
Un trayecto ideal
Todo lentamente; todo sin tiempo ni espacio. Flotamos en el universo.
Mientras nos dedicamos a la cabeza, no es mala idea tocar las manos de nuestro amante. Haciendo lazos y tejiendo complicidades.
Es el momento de sentir el aliento de tu boca en mi nuca. O viceversa. Ese ligero calor húmedo que que enciende pequeñas llamaradas de deseo.
De la nuca a las orejas y sus lóbulos. Dejamos o dejamos que nos dejen susurros apenas audibles. Firmamos ese instante con un leve tic de lengua inquieta.
Avizoramos en el horizonte ondulaciones que nos ciegan la vista. Pechos de mujer y pezones masculinos y femeninos.
Los pechos, ¡ay!, son territorio fértil para el reposo y el desenfreno, para el descontrol y el atrevimiento, para hacer hogar y quedarse herido por el fuego que brota de las palpitaciones que quieren más, un poco más, más que más.
¡Detente amante atrevido! ¡Tómate un respiro! ¡Entra en la mirada de tu amante! ¡Sé consciente de que cada instante es irrepetible! ¡Respira, gime, déjate ir o dájete llevar! ¡Sigue dibujando arabescos sin pensar en ningún destino!
Ahora puedes explorar y regodearte ad libitum en las axilas, el tórax, la cintura, el abdomen bajo y la espalda. Escribe a tu antojo. Habla con tu amante. Escucha atentamente sus querencias y sus silencios. Sois dos soledades perdidas y gozosas. Dos soledades que se anhelan, dos soledades que se buscan con pasión creciente y desbordante.
Olvídate de los genitales. Olvida sin olvidar. Olvida para regresar. Olvida para recordar…
Haz parada en la cara interior de los muslos y en los pies. Recréate y crea fantasías con itinerarios sutiles. El tiempo no pasa, el tiempo lo haces tú.
Ahora, sin prisas, céntrate en el suelo pélvico. Activa tu lengua, patina con tus manos… Rodea el ano, el periné, el clítoris, el pene, la vulva, los testículos, la vagina.
¿Ahí acaba todo? ¡Nooooo! Todo empieza donde acaba y todo acaba donde empieza. Todo es volver. ¡Hay tantísimos itinerarios vírgenes! Nunca es igual. Jamás es lo mismo.
Un viaje por las zonas erógenas del ser humano permite millones de combinaciones. Nada es necesario porque todo es posible.
Zonas erógenas de personas con vulva o pene
Las clasificaciones están basadas en cientos de estudios neurocientíficos, pero solo son aproximaciones a una realidad vasta y compleja.
Cada cultura, país y etnia tiene sus propias preferencias.
Las zonas comunes son: la boca y los labios, el cuello, los pezones, la parte interior de los muslos, la nuca y las orejas.
Personas con vulva
Clítoris
Vagina
Boca
Cuello
Pechos
Pezones
Parte interior de los muslos
Nuca
Orejas
Culo
Personas con pene
Pene
Labios
Testículos
Parte interior de los muslos
Cuello
Pezones
Perineo
Nuca
Orejas
Espalda
Sírvase usted misma/o, pero piense siempre en su amante, más allá de sus zonas erógenas predilectas, como en un todo inseparable. Ni un hombre es un pene ni una mujer una vulva. Mire a la persona como un todo de dignidad única e irrepetible.
Con sentido ético y empatía, en el sexo todo puede valer siempre que haya consenso y consentimiento explícito de las dos partes (o de varias).